Pensar en algo innovador nos conecta directamente al mundo de las ideas. El primer paso es comprender que la innovación va mucho más allá. Que ninguna idea resulta innovadora si no va acompañada de ejecución. Que todo aquello que no logramos plasmar no trae los efectos benéficos de la verdadera innovación.
A su vez, pensar en emprender nos conecta con empresas, inversión, empleados, oficinas, dinero. Lo que se pierde de vista, acaso lo más fundamental, es que emprender, en esencia, no es más que el arte de hacer posible. Es abandonar lo conocido y tomar un camino inexplorado hacia nuestro sueño, visión y propósito. Es saltar al vacío de lo incierto, sostener el miedo y animarnos a luchar por hacer realidad lo que deseamos.
La educación formal en negocios sigue estando muy ligada al mundo de las ideas, los modelos y los conceptos, con marcada lejanía de la práctica. Incluso en contra de los aprendizajes teóricos más recientes se abraza al planeamiento, reemplazando hipótesis -o adivinanzas- con verdades, modelando un mundo racional, explicable, predecible. Se centra en la parte intelectual y deja de lado dos componentes principales del emprender, el relacional y el emocional. En esa carencia de ejecución y experiencia, los aprendizajes se desdibujan y el interés de los alumnos se desvanece.
El primer paso para innovar en educación es abandonar el saber absoluto. Entender al docente como facilitador, en una postura horizontal, de humildad, de aprendizaje continuo, con la comprensión de que cualquier ser humano puede enseñarnos desde su diferencia. Dicha práctica requiere mucha más preparación y seguridad que la tradicional. La condición de posibilidad para la innovación, surge de transmitir a los alumnos con potencia la visión de que dichas herramientas los acercarán a sus sueños, deseos, y eventualmente propósito. Para que el proceso sea efectivo, deben experimentarlas en la práctica, aplicadas a iniciativas vinculadas a sus intereses.
El avance en metodologías emprendedoras y de innovación ha sido muy relevante y las mejores instituciones de enseñanza de negocios del mundo aún no se han actualizado. El abandonar el plan da lugar a la formulación de hipótesis, a la experimentación rápida, creativa y a bajo costo. Los resultados definen entonces las decisiones por sobre la jerarquía. El juego, desterrado en la infancia vuelve a tomar relevancia. La colaboración reemplaza a la competencia y permite destacar, celebrar y aprovechar las virtudes del otro en toda su diversidad.
Emprender es enfrentarnos a nosotros mismos, a las creencias que nos limitan y a las voces de los otros. Es probar una y otra vez. Es caer y volver a levantarnos. Es transformar, abrazar la convicción de que el mundo puede ser distinto, para uno y para los demás. No es un arte solitario, nada surge de nuestra acción única como individuos, todos nuestros logros involucran participación de otros. El proceso de formación debe incorporar estos aprendizajes.
Emprender es hacer posible y en ese sentido todos somos emprendedores. Con convicción sostengo que el mundo que viene encontrará a un individuo más poderoso, con capacidad de impacto a través de las comunidades en las que forme parte. Ya no será un mundo jerárquico de corporaciones y gobiernos. Será un mundo de autoridad moral e influencia legítima. Y el resultado dependerá de nosotros, de las nuevas generaciones, formadas en lo abstracto de las ideas, en la verdad del saber, o en la capacidad de hacer posible.