Emprendedores, crisis y libertad

por María Paula Russo

Este fue, durante casi un año, el ícono del grupo de WhatsApp en el que trabajamos con Francisco Santolo para la conducción de Scalabl y su expansión global. 

Emprendedores, crisis y libertad

Recorre el mundo su artículo en el que afirma que "emprender no es crear empresas, no es hacer dinero, no es tener empleados u oficinas" y que "emprender es simplemente el arte de hacer posible".

En el momento en el que puse ese ícono en nuestro grupo -riéndome de las tantas pruebas que la vida le ponía a nuestra propia convicción- emprender se sentía como "mover adoquines" de un lugar a otro, en una habitación donde ya no había espacio ni para nosotros mismos y, por supuesto, las piedras no nos dejaban ver si había salidas.

Su artículo continúa explicando que "emprender es probar una y otra vez, es caer y volver a levantarse".

Y así, encerrados, moviendo adoquines, probando una y otra vez, agotándonos y volviendo empezar, transitamos la búsqueda de modelos de negocio repetibles y escalables en cada país, testeando nuestras hipótesis para el desarrollo del cliente y probando con cientos -literal- de roadmaps de venta. 

Los adoquines ya no están como ícono hoy, en su lugar, tenemos sólo un fondo violeta. Lo cambié hace un tiempo, porque habíamos salido de esa habitación, teníamos nuestros modelos y roadmaps definidos, y Scalabl comenzaba a ser, como ese lienzo liso, un espacio para reflejar lo virtuoso, repetible y escalable de nuestro trabajo.

El COVID-19 puso en jaque nuevamente, entre tantas cosas, muchos de nuestros negocios, arrasando la capacidad financiera y fuertes limitaciones para seguir facturando.

Y, entre cientos de decisiones que tuvimos que tomar y ejecutar con el tiempo avanzando en contra nuestro, siempre de fondo en mi cabeza estaba este párrafo que nunca olvidé desde que lo leí en la facultad, en el libro "La libertad como pasión" de Daniel Innerarity, que me convocó desde la línea "no hay disculpas para dejar de tomarse la libertad en serio". Esto significa dejar de entender la libertad como una mera capacidad de elección, atesorándola en una perpetua indecisión. "Una libertad profunda es aquella que se realiza, que se hace vida, decide y compromete". No es algo de lo que se dispone, sino un valor con el que se apuesta, invierte y juega.

Las medidas de aislamiento por el avance del coronavirus afectaron a nuestra principal unidad de negocio, dejando en suspenso todos nuestros cursos presenciales en el mundo, pero no hay nada que capacite tanto a una persona para sobreponerse a las dificultades externas y a las limitaciones internas, como la consciencia de tener una tarea en la vida, un propósito y nosotros teníamos el de mantener en pie una empresa que aporta genuino valor al mundo, que trabaja por una transformación de un sistema emprendedor ineficiente, que reúne en su equipo un talento profesional y calidez humana incalculable y, que es entre miles, una de las empresas que funciona como engranaje de varias economías del mundo que no podemos permitir que se derrumben.

Puertas para adentro, en lo pequeño que me toca gestionar en esta gran crisis global, aferrarme a esa tarea llena de sentido, tuvo su fruto y dimos grandes pasos en el camino de revertir la situación con nuevos modelos de negocio e iniciativas que veníamos trabajando pero decidimos acelerar.

Sigo eligiendo pensar que siempre somos libres para emprender y hacer posible, aunque implique adaptarnos y una y mil veces a mover adoquines.

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